Transcripción de comentario del P. Mario Bartolini Palombi.
Con ocasión del
FORO: DESARROLLO RURAL SUSTENTABLE. Miradas, experiencias, prácticas.
Desarrollado en
Yurimaguas (Loreto-Perú), el 22.05.2014
Mi
saludo a los integrantes de la entidad organizadora de este Foro: la Pastoral
de la Tierra del Vicariato Apostólico de Yurimaguas.
Mi
saludo a todos campesinos de sistemas agroforestales sucesionales.
Mi
saludo a todos ustedes aquí presentes.
Una
breve premisa: Mi MAESTRO, Cristo, con su vida y con su palabra, me ha enseñado
a llamar a las cosas con su propio nombre: al que roba, Ladrón; al que da y
recibe coima, corrupto; al que mata, asesino.
He
tenido presente su ejemplo y su enseñanza, en esta exposición que tiene como
tema: “¿ESTAMOS APOSTANDO POR LA VIDA O POR LA MUERTE?”
Estamos
aquí, no solo para compartir sino también para afianzar una nueva visión de
futuro, de vida digna y de esperanza para todos, que se deslumbra ya a partir
de movimientos, iniciativas, propuestas y acciones, promovidas por la parte más
sana y consciente de la sociedad civil nacional e internacional, con la
finalidad de que la globalización, como hecho irreversible y logro de la
humanidad , tenga rostro humano al ponerse al servicio del bienestar integral
de la persona humana y de todas las personas:
·
Respetando su
dignidad y su identidad cultural.
·
Promoviendo su
participación efectiva de los pueblos en la formulación, ejecución y control de
políticas orientadas al desarrollo humano y social.
Solo
esta participación efectiva de los pueblos en la formulación de planes de
desarrollo, garantiza un verdadero desarrollo humano (para todos), justo,
sostenible, respetuoso de las leyes de la naturaleza y agradecido a nuestra
Madre Tierra.
No
generan verdadero desarrollo esos planes formulados desde fuera e impuestos
desde arriba, hasta en contra de la voluntad de los pueblos.
Este
FORO se enmarca dentro de este contexto de cambio de modelo, de vida y de
esperanza.
En
estos últimos 60 años, las así llamadas “naciones
del primer mundo” (explotador), lideradas
por Estados Unidos de Norteamérica, han convertido la “globalización” en un proceso
promotor de inequidades e injusticias múltiples (Aparecida N° 61), al
promover e imponer, a nivel mundial, un modelo de desarrollo económico
inhumano, injusto, amoral, generador de desigualdades sociales, destructor de
pueblos y de los ecosistemas naturales, de los que dependen la vida humana.
¿La
razón? Porque “privilegia el desmedido
afán por la riqueza (ganar sea como sea), por encima de la vida de las personas
y de los pueblos, y del respeto racional de la naturaleza” (Aparecida N° 473).
Y,
lo trágico de todo esto, es que a este sistema generador de desigualdades,
destrucción y muerte, se le llame “desarrollo”. Todavía hay gobiernos que optan
por la desigualdad social, la destrucción y la muerte, imponiendo hasta con la
violencia estatal, este sistema que debería ser llamado “modelo de explotación económica de las naciones en vías de desarrollo
y de los pueblos”; impuesto y avalado no con la fuerza de la ley de la
razón, que reconoce y respeta el orden natural, que garantiza la armoniosa
convivencia entre todos los seres de la naturaleza, de los cuales la persona
humana es parte, sino la ley de la fuerza y de la irracionalidad.
Nos
preguntamos: ¿Qué futuro nos ha preparado este modelo?.
El
31 de marzo 2014, se publicó un informe sobre las consecuencias del cambio
climático por el calentamiento global:
regalo del modelo de explotación económica y de destrucción de los ecosistemas
naturales, impulsado ciegamente e irracionalmente por gobiernos y entidades
internacionales.
Es
muy alarmante su contenido y apocalíptico el futuro que este modelo ha
preparado para la humanidad, según este informe científico, si desde ya, los
gobiernos no implementan políticas efectivas de saneamiento medioambiental que
detengan el calentamiento global.
El
calentamiento global ya es un hecho científico y real, como también son reales
algunas de sus consecuencias de las cuales, algunas son reversibles y otras
irreversibles.
El
futuro estaría caracterizado por hambrunas, sequías e inundaciones, escasez de
alimentos, escasez de agua y aumento de la temperatura, lo que hará que millones
de seres humanos mueran; la misma suerte les tocará a los demás seres vivientes
y se originarán desplazamientos de multitudes (refugiados climáticos). Además,
por el control del agua y recursos hidrológicos, estallarán guerras. Los
sobrevivientes de las catástrofes naturales y de las guerras, tendrán que
defenderse de nuevas enfermedades.
Si
esta es la calidad de futuro que nos depara este modelo de desarrollo económico
neo-liberal capitalista, tenemos que sacar una conclusión: los que lo promueven
son unos asesinos que matan por dinero. Y, además actúan, de una manera tan
cínica y descarada, hasta llamar “desarrollo” a matar… quitar la vida, propia
de “monstruos humanos”.
Para
las personas humanas: “desarrollo” es
“hacer brotar, triunfar la vida”. Convertir el desierto en un vergel, para
utilizar una frase muy querida por los profetas.
Optamos
por la vida y por eso optamos por otra forma de globalización y por otro modelo
de desarrollo.
Que
se globalice: NO la explotación económica laboral.
NO la destrucción de los ecosistemas
naturales.
NO la violación sistemática de los derechos de
las personas y de los pueblos.
NO la concentración de tierras y recursos
en manos de unos pocos.
Una
de las modalidades empleadas para legitimar y legalizar estas monstruosidades,
es la firma de los Tratados de Libre Comercio (Aparecida N° 66,67)
Que se globalice, SÍ:
la solidaridad, la justicia social, el respeto a los derechos de las personas,
el respeto a los derechos territoriales y culturales de nuestros pueblos, la
promoción de una democracia participativa en orden a determinar un programa de
desarrollo en el respeto a los derechos de nuestra madre tierra y la promoción
de la agricultura familiar, la única que puede garantizar la soberanía y la
seguridad alimentaria de nuestros pueblos.
Y,
todo esto fortalecido a través de los convenios de colaboración y de
integración latinoamericana.
En
nuestro movimiento agrícola, “el sistema agroforestal sucesional” se enmarca
dentro de una corriente de cambio para hacer triunfar la vida. Por eso, es una
propuesta concreta y viable, sea bajo el aspecto científico y económico para la
agricultura del futuro, la solución concreta y efectiva para eliminar la
desnutrición infantil y la extrema pobreza; y, al garantizar la soberanía y
seguridad alimentaria contribuye a la salud, porque se produce orgánicamente y
se come alimentos integrales y orgánicos.
En
el sistema agroforestal sucesional, el
campesino no es el último de la escala social ni mucho menos “el sobrando
el desechable” del sistema imperante o “el ignorante”, que puede ser
“manipulado” a través de las así dichas “capacitaciones” para convertirlo en
“consumidor” de productos orgánicos o químicos que el mismo podría producir.
Nuestro
campesino es un profesional que ha aprendido en la escuela de su chacra,
compartiendo con otros campesinos su experiencia y su conocimiento.
Nuestro
campesino es el promotor y al mismo
tiempo “el cuidador” de las semillas ancestrales y nativas que constituyen “la
riqueza genética” de nuestros pueblos amazónicos.
Nuestro
campesino es el garante de la salubridad
alimentaria para su familia y la sociedad.
Nuestro
campesino es el discípulo y guardián de la naturaleza: al implementar el
pluricultivo en su chacra, cuida de la fertilidad del suelo y de esta manera
convierte su actividad agrícola en una armoniosa colaboración con la
naturaleza.
Nuestro
campesino es “generador de vida”.
P. Mario Bartolini
cp.