P. Mario Bartolini c.p. |
“Delante
de la frecuencia de los derrames de crudo” que ponen en serio peligro la vida
de tantos hermanas y hermanos nuestros de comunidades indígenas del distrito de
Urarinas, Lagunas, Morona, a causa de la contaminación del suelo, de los ríos,
las cochas y quebradas (fuente de subsistencia).
“Delante
de la indiferencia” de las autoridades de turno y “falta de voluntad política”
para resolver el problema de la contaminación por derrames de crudo, en los lotes
8 y 192, desde sus raíces.
“Delante
de la inactividad” por parte de las entidades del Estado a quienes les
corresponde poner en marcha un concreto,
eficiente y efectivo plan de emergencia humanitario, que garantice la
alimentación, el agua y la salud a las comunidades afectadas; el reclamo, la
protesta es un derecho.
No podemos callarnos y lo que pensamos
lo compartimos con la finalidad de ayudar a encontrar una pronta solución al
problema, sobretodo humanitario.
- Es más que evidente la
“mentalidad racista” con la que las autoridades de turno están actuando
(es un hecho, que años atrás, hemos vivido).
“Son
indígenas los que protestan … son gente de segunda categoría … que protesten …
que griten … se cansarán. Nosotros estamos al servicio de los ciudadanos de
primera categoría.”
Han tenido que pasar más de 40 días de
protesta indígena en Saramurillo para que las autoridades de turno se den
cuenta que en la selva había ciudadanos que estaban reclamando “el derecho a la vida; el derecho de vivir
en un territorio que desde siempre fue de ellos, libre de toda contaminación,
que los esclavos del sistema llaman “desarrollo”. Ante el incumplimiento de
acuerdos, las comunidades se ven obligadas a retomar sus exigencias al gobierno,
una y otra vez, como viene ocurriendo actualmente en Saramurillo.
¿Cuándo llegará el día en que todos
los peruanos tendrán un mismo trato?
Tenemos que apresurar la llegada de
este día con nuestra actitud crítica-constructiva
y de denuncia abierta, orientada a concientizar y generar un cambio cultural.
- Teniendo presente las razones
arriba mencionadas, parecería que los frecuentes derrames de crudo en los
lotes 8 y 192 responderían a un “plan orientado”:
a)
O
al exterminio, por ahora, de las comunidades por donde pasa el oleoducto (la historia
de exterminio de los pueblos se estaría repitiendo en el siglo XXI delante de
la complicidad de los así llamados “buenos”). Sabemos que las comunidades
indígenas son consideradas “un obstáculo” por parte de las autoridades al
servicio de intereses foráneos. “La contaminación ambiental sería el arma que
estaría utilizando el sistema para exterminar a nuestros pueblos”.
b)
O
a obligar a las comunidades afectadas a dejar sus territorios, a huir a las
ciudades para crear nuevos cinturones de pobreza y así incrementar “la
violencia” en el país: porque el sistema imperante necesita de la “violencia”
para subsistir.
Frente
a este posible escenario nos toca levantar nuestra voz y exigir a las
autoridades “que dejen de jugar con la
vida de sus semejantes”.