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lunes, 16 de junio de 2014

¿Estamos apostando por la vida o por la muerte?

Transcripción de comentario del P. Mario Bartolini Palombi.
Con ocasión del FORO: DESARROLLO RURAL SUSTENTABLE. Miradas, experiencias, prácticas.

Desarrollado en Yurimaguas (Loreto-Perú), el 22.05.2014

Mi saludo a los integrantes de la entidad organizadora de este Foro: la Pastoral de la Tierra del Vicariato Apostólico de Yurimaguas.

Mi saludo a todos campesinos de sistemas agroforestales sucesionales.

Mi saludo a todos ustedes aquí presentes.

Una breve premisa: Mi MAESTRO, Cristo, con su vida y con su palabra, me ha enseñado a llamar a las cosas con su propio nombre: al que roba, Ladrón; al que da y recibe coima, corrupto; al que mata, asesino.

He tenido presente su ejemplo y su enseñanza, en esta exposición que tiene como tema: “¿ESTAMOS APOSTANDO POR LA VIDA O POR LA MUERTE?”

Estamos aquí, no solo para compartir sino también para afianzar una nueva visión de futuro, de vida digna y de esperanza para todos, que se deslumbra ya a partir de movimientos, iniciativas, propuestas y acciones, promovidas por la parte más sana y consciente de la sociedad civil nacional e internacional, con la finalidad de que la globalización, como hecho irreversible y logro de la humanidad , tenga rostro humano al ponerse al servicio del bienestar integral de la persona humana y de todas las personas:

·         Respetando su dignidad y su identidad cultural.

·         Promoviendo su participación efectiva de los pueblos en la formulación, ejecución y control de políticas orientadas al desarrollo humano y social.

Solo esta participación efectiva de los pueblos en la formulación de planes de desarrollo, garantiza un verdadero desarrollo humano (para todos), justo, sostenible, respetuoso de las leyes de la naturaleza y agradecido a nuestra Madre Tierra.

No generan verdadero desarrollo esos planes formulados desde fuera e impuestos desde arriba, hasta en contra de la voluntad de los pueblos.

Este FORO se enmarca dentro de este contexto de cambio de modelo, de vida y de esperanza.

En estos últimos 60 años, las así llamadas “naciones del primer mundo” (explotador), lideradas por Estados Unidos de Norteamérica, han convertido la “globalización” en un proceso  promotor de inequidades e injusticias múltiples (Aparecida N° 61), al promover e imponer, a nivel mundial, un modelo de desarrollo económico inhumano, injusto, amoral, generador de desigualdades sociales, destructor de pueblos y de los ecosistemas naturales, de los que dependen la vida humana.

¿La razón? Porque “privilegia el desmedido afán por la riqueza (ganar sea como sea), por encima de la vida de las personas y de los pueblos, y del respeto racional de la naturaleza” (Aparecida N° 473).

Y, lo trágico de todo esto, es que a este sistema generador de desigualdades, destrucción y muerte, se le llame “desarrollo”. Todavía hay gobiernos que optan por la desigualdad social, la destrucción y la muerte, imponiendo hasta con la violencia estatal, este sistema que debería ser llamado “modelo de explotación económica de las naciones en vías de desarrollo y de los pueblos”; impuesto y avalado no con la fuerza de la ley de la razón, que reconoce y respeta el orden natural, que garantiza la armoniosa convivencia entre todos los seres de la naturaleza, de los cuales la persona humana es parte, sino la ley de la fuerza y de la irracionalidad.

Nos preguntamos: ¿Qué futuro nos ha preparado este modelo?.

El 31 de marzo 2014, se publicó un informe sobre las consecuencias del cambio climático por el calentamiento global: regalo del modelo de explotación económica y de destrucción de los ecosistemas naturales, impulsado ciegamente e irracionalmente por gobiernos y entidades internacionales.

Es muy alarmante su contenido y apocalíptico el futuro que este modelo ha preparado para la humanidad, según este informe científico, si desde ya, los gobiernos no implementan políticas efectivas de saneamiento medioambiental que detengan el calentamiento global.

El calentamiento global ya es un hecho científico y real, como también son reales algunas de sus consecuencias de las cuales, algunas son reversibles y otras irreversibles.

El futuro estaría caracterizado por hambrunas, sequías e inundaciones, escasez de alimentos, escasez de agua y aumento de la temperatura, lo que hará que millones de seres humanos mueran; la misma suerte les tocará a los demás seres vivientes y se originarán desplazamientos de multitudes (refugiados climáticos). Además, por el control del agua y recursos hidrológicos, estallarán guerras. Los sobrevivientes de las catástrofes naturales y de las guerras, tendrán que defenderse de nuevas enfermedades.

Si esta es la calidad de futuro que nos depara este modelo de desarrollo económico neo-liberal capitalista, tenemos que sacar una conclusión: los que lo promueven son unos asesinos que matan por dinero. Y, además actúan, de una manera tan cínica y descarada, hasta llamar “desarrollo” a matar… quitar la vida, propia de “monstruos humanos”.

Para las personas humanas: “desarrollo” es “hacer brotar, triunfar la vida”. Convertir el desierto en un vergel, para utilizar una frase muy querida por los profetas.

Optamos por la vida y por eso optamos por otra forma de globalización y por otro modelo de desarrollo.
Que se globalice: NO la explotación económica laboral.
NO la destrucción de los ecosistemas naturales.
NO  la violación sistemática de los derechos de las personas y de los pueblos.
NO la concentración de tierras y recursos en manos de unos pocos.

Una de las modalidades empleadas para legitimar y legalizar estas monstruosidades, es la firma de los Tratados de Libre Comercio (Aparecida N° 66,67)

Que se globalice, SÍ: la solidaridad, la justicia social, el respeto a los derechos de las personas, el respeto a los derechos territoriales y culturales de nuestros pueblos, la promoción de una democracia participativa en orden a determinar un programa de desarrollo en el respeto a los derechos de nuestra madre tierra y la promoción de la agricultura familiar, la única que puede garantizar la soberanía y la seguridad alimentaria de nuestros pueblos.

Y, todo esto fortalecido a través de los convenios de colaboración y de integración latinoamericana.

En nuestro movimiento agrícola, “el sistema agroforestal sucesional” se enmarca dentro de una corriente de cambio para hacer triunfar la vida. Por eso, es una propuesta concreta y viable, sea bajo el aspecto científico y económico para la agricultura del futuro, la solución concreta y efectiva para eliminar la desnutrición infantil y la extrema pobreza; y, al garantizar la soberanía y seguridad alimentaria contribuye a la salud, porque se produce orgánicamente y se come alimentos integrales y orgánicos.

En el sistema agroforestal sucesional, el campesino no es el último de la escala social ni mucho menos “el sobrando el desechable” del sistema imperante o “el ignorante”, que puede ser “manipulado” a través de las así dichas “capacitaciones” para convertirlo en “consumidor” de productos orgánicos o químicos que el mismo podría producir.

Nuestro campesino es un profesional que ha aprendido en la escuela de su chacra, compartiendo con otros campesinos su experiencia y su conocimiento.
Nuestro campesino es el promotor y al mismo tiempo “el cuidador” de las semillas ancestrales y nativas que constituyen “la riqueza genética” de nuestros pueblos amazónicos.
Nuestro campesino es el garante de la salubridad alimentaria para su familia y la sociedad.
Nuestro campesino es el discípulo y guardián de la naturaleza: al implementar el pluricultivo en su chacra, cuida de la fertilidad del suelo y de esta manera convierte su actividad agrícola en una armoniosa colaboración con la naturaleza.
Nuestro campesino es “generador de vida”.


P. Mario Bartolini cp.

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