En nuestra Amazonia abunda la
riqueza. Sea esa de flora, fauna, recursos hídricos así como de recursos del
subsuelo. Mientras los gobiernos sigan obsesionados en sus proyectos
extractivistas considerando que es el rubro que salva al país, algunos pueblos,
dado que sienten que sus gobernantes no les atienden, van planteando, desde sus
propias iniciativas, modelos nuevos de cómo generar bienestar para su
población.
Muchos campesinos y pescadores
de las comunidades amazónicas ya se han dado cuenta que la verdadera riqueza de la amazonia está en su biodiversidad, la
abundancia de flora y fauna y la belleza del paisaje. Por eso en varias de
estas comunidades está naciendo el deseo de empezar pequeños proyectos de turismo rural comunitario, y
desde sus primeras pequeñas experiencias, pueden demostrar que se generan ingresos
económicos sin afectar al medio ambiente, y más bien contribuyen en poner al alcance
de tantos amantes de la naturaleza que llegan desde diferentes partes del mundo.
Una de estas comunidades que ha emprendido este
nuevo camino es la Comunidad Nativa
Cocama-Cocamilla Siete de Junio, que se encuentra asentada en las orillas
del maravilloso Lago Lagunas y que cuenta con una variedad de atractivos.
Los moradores de este lugar de
ensueño ya llevan más de un año trabajando en un su proyecto y están empezando
a cosechar los resultados de sus esfuerzos.
A solo dos horas de Siete de
Junio, en la Boca del Aypena, donde este rio se une al Huallaga, también la Comunidad Nativa de Esperanza está
empezando a interesarse al tema. En las aguas que bañan las orillas de la
comunidad cada día se pueden divisar bufeos
que nadan felices, y esto ya sería razón suficiente para llamar la atención de
visitantes y turistas.
Los comuneros se están ahora
activando para realizar un diagnóstico
de todos los atractivos turísticos presentes en el territorio de la
comunidad y, después de un adecuado periodo de capacitación, serán capaces de
ofrecer una agradable experiencia a los aventureros y amantes de la naturaleza
que ya se acercan al lugar acompañados por parte de las agencias de viaje de
Lagunas. Las mismas agencias de Lagunas en los últimos meses han empezado a promocionar como destinos turísticos el
Lago Lagunas y la Boca del Aypena, prefiriéndolos a la Reserva
Pacaya-Samiria. Eso nos demuestra que estas comunidades tienen un inmenso
potencial turístico, todavía inexplorado.
Una comunidad que vive en una
zona donde la explotación minera y petrolera se vive en manera marcada es la Comunidad Nativa Awajun de Santa Rosa, ubicada en el Distrito de Manseriche, Provincia Datem
del Marañon, a solo media hora de Saramiriza. La comunidad está ubicada en la
misma carretera que conecta Saramiriza con Bagua, por eso es de fácil acceso. El pueblo Awajun es una
de las etnias nativas de la Amazonía peruana más afectadas por parte de la
explotación petrolera con todas sus consecuencias. El oleoducto norperuano pasa solo a pocos metros de distancia de la comunidad.
Nada de la riqueza y de los ingresos generados por parte del petróleo ha
beneficiado a la comunidad. Pero ellos
se están organizando para buscar una forma alternativa de desarrollo.
Con el asesoramiento de la Pastoral de la Tierra en los
últimos tres años han podido poner en marcha parcelas agroforestales en las cuales cultivan cacao, yuca, plátano
y hortalizas. Los comuneros se dedican también a la crianza de aves y han
implementado un vivero forestal. La comunidad está muy unida, enfocada en el
proyecto y en lograr sus objetivos y tiene muchas ganas de aprender
constantemente nuevos conocimientos. Ahora el nuevo objetivo que se han fijado es
crear un proyecto de turismo rural sostenible para aprovechar el potencial de
la zona.
A 15 minutos en carro o una hora de caminata desde el
centro poblado se encuentra una hermosa
catarata que los comuneros quieren aprovechar como recurso turístico. La
catarata lleva el nombre de Inchituch
en honor a un pájaro de siete colores que habita ese lugar. La propuesta, que
parte desde ellos mismos, es de crear un circuito
agro turístico que involucre las parcelas agroforestales, la reforestación,
un mirador, la toma de plantas medicinales y las varias cataratas presentes en
la zona. Incluyendo además en la oferta las vivencia de las costumbres ancestrales que se expresan
a través de la gastronomía típica, el infaltable masato y las danzas en
vestimentas tradicionales.
Otro lugar con potencial
turístico todavía para investigares la quebrada
Shishinahua en el Distrito de Santa Cruz, Provincia de Alto Amazonas.
Algunos de los comuneros se están dando cuenta de la singularidad del lugar. El
paseo en bote surcando el rio Shishinahua regala la posibilidad de admirar
maravillosos panoramas amazónicos. Cerca de algunas comunidades como la de Angamos hay cochas donde los animales silvestres son todavía los dueños
del lugar, así que con facilidad se pueden avistar lagartos, peces, varias especies
de aves y hasta boas. Además la experiencia que el visitante puede tener en
este lugar es enriquecida por parte de los cuentos,
a mitad entre realidad y fantasía, que los habitantes suelen narrar. Hay toda una
serie de leyendas para entretener los
visitantes durante los paseos y las noches alrededor de una fogata, como por ejemplo
la leyenda de la Sachamama, el Sacharuna, el Ayaymama y otros personajes más.
Los comuneros también pueden brindar informaciones más concretas y específicas
sobre las costumbres de los animales que pueblan el lugar, como la serpiente Shushupe
y cuál es la mejor forma para escapar de su mortal mordedura. Son todas
informaciones que dan un valor agregado
al producto turístico que se puede ofrecer.
El turismo rural comunitario es un propuesta de desarrollo
alternativo, integral y sostenible de nuestros pueblos amazónicos, que algunas
comunidades como Siete de Junio han iniciado.
“Se hace camino al andar”