Visitar las comunidades de la
zona del Vicariato Apostólico de Yurimaguas nos permite apoyarlos en sus proyectos
de desarrollo, pero también es una manera excelente para darnos cuenta en
primera persona de problemas ambientales
latentes que a veces los mismos
campesinos no se dan cuenta, y de los cuales las autoridades guardan silencio. Es
esto el caso del Monocultivo de Papaya.
En la zona del Bajo Huallaga,
así como en otras partes de la Provincia de Alto Amazonas como el Bajo Paranapura,
se están extendiendo cada día más los monocultivos de papaya, sin que los
campesinos se den cuenta de las problemáticas y el deterioro que estos conllevan
a la salud de los suelos.La última visita al caserío de Luz del Oriente, Bajo Huallaga, ha vuelto a poner en
evidencia este problema oculto.
El monocultivo afecta profundamente los suelos
amazónicos. Los moradores de la zona frecuentemente alquilan sus terrenos a precios
muy bajos y con el riesgo de no poderlos utilizar una vez que han vuelto a su
posesión, ya que estos quedan improductivos. La dinámica es la siguiente: los
papayeros llegan a estas zonas, alquilan una hectárea de terreno por tan solo
500 soles para una campaña (la cual dura alrededor de un año y medio) y
utilizan una gran cantidad de químicos.
Los químicos, además de
afectar los suelos,con las lluvias se pasan
a las fuentes de agua contaminándolas. Estas son las mismas fuentes de agua
que los pobladores utilizan para sus cultivos familiares o para tomar y
cocinar. Los moradores de Luz del Oriente, así como los de otros centros
poblados, todavía parecen no darse
cuenta de los riesgos que conlleva con tan solo tener al lado de sus
parcelas los monocultivos de papaya.
La papaya necesita nitrógeno
para crecer. Por esto los agricultores
echan urea a la tierra, que es un fertilizante y fuente de nitrógeno. El
problema de este elemento es que contiene
también un componente de impureza que causa daño a los suelos,
especialmente a aquellos arcillosos típicos de nuestra región. Este elemento “embolsa”
los nutrientes del suelo, que se quedan así atrapados, impidiendo que las
plantas puedan aprovechar de ellos.
Se crea así un círculo vicioso por el cual el
campesino compra más urea a cada campaña, volviéndose dependiente del mercado,
con la esperanza que esta ayude a la planta a crecer, cuando lo que hace en la
realidad es activar un proceso de
acidificación del sueloy no dejar libres los nutrientes ya presentes naturalmente.
Se llega a un punto en que para “recuperar” el terreno es necesario realizar un
proceso de enmienda o encalado, ó sea de agregar cal al suelo para liberar los
nutrientes,lo cual es una actividad muy costosa.
En conclusión podemos decir
que los monocultivos son el suicidio del
suelo. Y este problema deben concientizar los campesinos para que puedan
darse cuenta de esto y busquen otras
formas de desarrollo más ventajosas económicamente y al mismo tiempo que
provocan menos impactos sobre la tierra y el medio ambiente.
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