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jueves, 12 de septiembre de 2013

Deforestación entre palmas

Terreno deforestado en Tamshiyacu, Loreto, para la instalación de unproyecto de palma aceitera. 
(Foto: Environmental Investigation Agency EIA).
Por Dánae Rivadeneyra y Esteban Valle Riestra.-

La Amazonía está en peligro. Lo percibimos especialmente cuando vemos la devastación causada por la minería ilegal en Madre de Dios. Son 32 mil hectáreas de bosques arrasados y convertidos en un desierto tóxico.
Pero no solo la minería depredadora amenaza los bosques primarios. Otros árboles pueden ser casi tan letales, cuando, abonados por el afán de lucro, resultan parte del avance de la agricultura industrial en las débiles y vulnerables zonas vírgenes.
Es el caso de la palma aceitera, el cultivo antaño promovido como la alternativa de recuperación de terrenos deforestados, ocupados por la coca. Pero ahora, cuatro proyectos del Grupo Palmas –parte del Grupo Romero– eliminarán, si se realizan, más de 23 mil hectáreas de bosques primarios, equivalentes a veinticuatro veces el distrito de Miraflores.
No es la única amenaza que plantea la palma aceitera a los bosques primarios. En otros proyectos de inversión, varias compañías malayas de un solo dueño (con razones sociales registradas en el Perú) han pedido la adjudicación de más de 100 mil hectáreas de bosques para sembrar palma. A la fecha, han logrado deforestar más de cinco mil hectáreas.
¿Cómo se hizo eso posible? ¿Cuál es la actitud de las autoridades peruanas, si la hay? Ahora lo veremos.
Bajo el lema de progreso para todos y combustible limpio, el año 2000, se declaró de Interés Nacional el cultivo de palma aceitera que hasta la fecha ocupa 57, 752 hectáreas de la selva peruana.
Aparte de algunos proyectos cooperativos o estatales, el principal desarrollo de la palma aceitera se dio en el corazón del Alto Huallaga, en Palmas del Espino, del Grupo Romero, cerca de Uchiza, desde 1979.

Palmas del Espino coexistió con el boom de la cocaína y el narcotráfico en la década de los 80. También con la presencia hegemónica de Sendero Luminoso durante los años más sangrientos de la guerra interna y se las arregló para no cerrar.
En el capítulo 12 de su libro, de próxima aparición: “Los Romero: fe, fama y fortuna”, Francisco Durand describe las circunstancias más duras por las que atravesó Palmas del Espino durante esos años.
“Algunos de los ataques a Palmas del Espino fueron letales, al punto que en una ocasión lograron destruir “casi todas sus instalaciones y vehículos”. La empresa respondió con medidas extremas de seguridad y el uso de aviones y avionetas para llevar a sus ejecutivos directamente de empresa a empresa. Pero estas medidas -y la protección organizada que le brindó Orus-, no pudieron prevenir otro ataque en 1987.
Esta vez el objetivo fue más fácil, en tanto destruyeron los convoyes de camiones que salían de la empresa. Sendero Luminoso, había penetrado fuertemente en la zona y tenía presencia en los alrededores de la gran plantación”.
Sin embargo, en una notable y poco común determinación durante esos años, el Grupo Romero decidió resistir y logró proseguir con su trabajo en medio de la violencia. Durand lo describe así:
“… Dionisio, rememorando junto con Arribas lo sucedido 30 años después de la fundación, admitió que por momentos los ataques casi les impidieron operar. […] recurrieron a una medida cara pero desesperada: “trajimos el aceite por avión”. Este recurso, que solo pudo haber sido utilizado por un grupo muy rico los sacó del apuro. […]
Sin embargo, las extraordinarias medidas de seguridad elevaron los costos de producción, de allí que sobre esa época azarosa, Dionisio concluyera que:
Palmas del Espino es una de las inversiones que no necesariamente han sido las más rentables del grupo Romero, pero es la que más satisfacción nos da, porque es un lindo proyecto en una zona deprimida, hemos sustituido cultivos de coca, hemos hecho pueblitos…”.
Fue, sin duda, una actitud pertinaz y valerosa que explica en gran parte la especial posición que tiene el Grupo Palmas dentro del Grupo Romero. Para completar la historia, hay que añadir que mientras el avión de Palmas del Espino aerotransportaba aceite a Lima, el avión del Banco de Crédito hacía lo mismo con las abundantes divisas que captaba su muy activa sucursal en Tocache. Finanzas y agroindustria, lado a lado.

Sea como fuere, Palmas del Espino llevó progreso, y una alternativa económica interesante al Alto Huallaga. Se suponía que es en esas zonas donde deberían expandirse. ¿Por qué, entonces, intentarlo en los bosques primarios, la selva virgen?
El bajísimo costo, que no estén habitados ni haya que comprarlos, es una razón.
Pero ¿no se supone que los bosques primarios están protegidos legalmente en un país con creciente consciencia ambiental?
Es que hay un vacío legal –que, además, divide al ministerio del Ambiente del ministerio de Agricultura– por el que se cuelan estos proyectos. Es lo que se llama la Capacidad de Uso Mayor de la Tierra.
Así, si se determina (se supone que a través del ministerio de Agricultura, aunque eso no siempre pasa) que el suelo de un bosque primario es apto para la agricultura, se lo puede deforestar mediante tala, quema, lo que fuere.
La ley forestal actual, la 27308, norma que los bosques primarios no pueden ser utilizados con fines agropecuarios u otras actividades que afecten su dosel vegetal.
Como sucede con tantas otras cosas en este país, la contradicción entre una ley y otra es evidente. Por los intersticios de estas contradicciones se contrabandea todo tipo de decisiones.
La nueva ley Forestal y de Fauna Silvestre, que espera la aprobación de su Reglamento para entrar en vigencia, otorgará una opinión vinculante en esa contradicción al ministerio del Ambiente. Por ahora, es Agricultura el que decide.
Amparándose en esa Capacidad de Uso Mayor de la tierra, el Grupo Palmas ha solicitado explotar 34 mil 268 hectáreas de bosques en Loreto.
Según sus propios Estudios de Impacto Ambiental, 20 mil 947 hectáreas dentro de las más de 34 mil son bosque primario. Ahí tienen proyectado plantar 16,719 hectáreas de palma aceitera.
¿Cómo justifica el Grupo Palmas su proyectado ataque deforestador?
No hay tal, sostiene. IDL-Reporteros buscó entrevistar a Ronald Campbell, el actual gerente general del Grupo Palmas, para tener una respuesta calificada de su posición.
Pero el Grupo Palmas encargó a dos personas, Carlos Ferraro, asesor del Grupo, y Víctor Melgarejo, jefe de Comunicaciones, su representación.

A la pregunta anterior, los dos portavoces respondieron que:
El Estudio de Impacto Ambiental [del Grupo Palmas] en ningún lado dice bosque primario”, aseguró Ferraro, “y menos bosque de producción permanente”, agregó Melgarejo.
Cuando IDL-R les mostró los mapas del estudio de impacto ambiental encargado por el propio Grupo (superpuestos con otros mapas oficiales), donde se ve con inequívoca claridad los bosques primarios, los representantes del Grupo Palmas modificaron su respuesta.

Si es un bosque de producción primario no vamos a entrar, y aún cuando, eventualmente, no nos hemos dado cuenta, se nos ha escapado, o hemos sido ciegos al tema, ustedes verán que no nos van a dar permiso”, sostuvo Melgarejo.
El hecho es que el Grupo Palmas ha obtenido ya un permiso parcial del ministerio de Agricultura, el de impacto ambiental para uno de sus cuatro proyectos. Pero pese a una percepción de presiones, otros funcionarios mantienen hasta ahora sus observaciones a los estudios de suelos.
Es importante saber que los Estudios de Impacto Ambiental, incluyendo los de suelos, son realizados por la propia empresa (¿adivinan los resultados?) mientras los expertos de Agricultura que, por lo menos, deberían hacer inspecciones en el campo, se ven constreñidos a revisar solamente papeles porque no hay presupuesto asignado para movilizarse.
Entonces, aparte del Grupo Palmas, ¿existen exámenes independientes del territorio afectado?

Números mayores
La ONG inglesa Environmental Investigation Agency – EIA – que desde 1984 se dedica investigar delitos medioambientales en el mundo –comparó los Estudios de Impacto Ambiental del Grupo Palmas con los mapas y coordenadas del Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA), del Consejo Nacional del Ambiente (CONAM), del Ministerio del Ambiente (MINAM), del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) e imágenes de satélite Landsat.
Luego de hacerlo, la EIA determinó que, de aprobarse los proyectos Santa CeciliaManiti,Tierra Blanca y Santa Catalina, 23 mil 143 hectáreas de bosques primarios y bosques de producción permanente serán deforestadas para plantar palma aceitera. Se trata de  6 mil 424 hectáreas más de lo que el Grupo Palmas reconoce.


Mientras el ministerio del Ambiente envió un oficio a la presidencia del Consejo de Ministrosexpresando su preocupación por estos proyectos, el 16 de julio pasado el ministerio de Agricultura aprobó el Estudio de Impacto Ambiental de uno de los proyectos del Grupo Palmas, el de Manití que – igual que el proyecto Santa Cecilia, pendiente de aprobación – se ubica sobre bosque de producción permanente.
IDL-Reporteros intentó entrevistar sobre el tema al ministro de Agricultura o, cuando resultó que Von Hesse no estaba en Lima, se pidió hablar con técnicos calificados. Lo único que esta publicación encontró fue técnicos calificados en el arte de la mecida.
Mientras el Grupo Palmas avanza cautelosamente en el ministerio de Agricultura, enfrenta no solo oposición sino demandas judiciales en otros frentes. Actualmente hay cinco casos judicializados en contra del Grupo Palmas por haber deforestado mil 900 hectáreas de bosques al pretender expandir su frontera agrícola. Los demandantes son la procuraduría de delitos ambientales del ministerio del Ambiente y la fiscalía especializada en materia ambiental de San Martín.
Entre las empresas del Grupo Palmas,  Palmas del Shanusi  encabeza el ranking con tres procesos por deforestación en las zonas de Quinayoc, Yurac y Nuevo Japón.


En el primer caso, la Fiscalía ha estimado que son 600 hectáreas las que han sido deforestadas.
Según la investigación fiscal, otras 600 hectáreas deforestadas serían el producto de la venta que hicieron alrededor de 58 ocupantes de terrenos adjudicados por el Estado al Grupo Palmas. Lo grave de esta transacción es que, según un reporte proveniente de la procuraduría del ministerio del Ambiente, “dicha venta se realizó con el área del terreno totalmente desboscada a solicitud de la empresa”.
De acuerdo con investigaciones realizadas por la Fiscalía a cargo de Berta Rengifo, el incentivo perverso en la compra a posesionarios fue pagar más por el terreno deforestado. Así el precio por una hectárea desboscada fue de mil nuevos soles, mientras que una con bosque se vendió a solo 600 soles.
Por ello, el avance de la palma aceitera se está haciendo a costa de una deforestación grave, que amenaza convertirse en masiva.
El peligro se acentúa porque no solo es el Grupo Palmas, del Grupo Romero, el que está abocado a ampliar su frontera agrícola a costa de la amazonía, sino que también han entrado en liza grupos extranjeros con ambiciosos objetivos de plantación y, en consecuencia, deforestación♦

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