“La expansión de monocultivos de palma es para nuestra gente una tragedia. Destroza nuestro territorio ancestral y los bosques llevándonos a la miseria”, explica Artiso Mandawa de la red indígena ALDAW desde la isla Palawan.
En Filipinas, la palma aceitera se extiende sobre 50.000 has. Según el Plan Nacional de Desarrollo, pronto podrían ser 304.000 has más, con el supuesto fin de combatir la pobreza. Desde el punto de vista de los políticos, estas tierras están “deshabitadas” y son “improductivas” y “baldías”.
Lo que el gobierno no menciona: esas tierras pertenecen a pequeños campesinos e indígenas que cultivan arroz y legumbres, al tiempo que recolectan frutas, plantas medicinales y materiales para la construcción de sus viviendas. Los ríos abastecen agua limpia.
“Si nos quitan la tierra, violan nuestros derechos y nuestras familias morirán de hambre. No nos queda más remedio que oponernos”, aclara Rubenson Batuto, un indígena higaonon de la isla Mindanao. “Como habitantes ancestrales tenemos derecho a la tierra, aunque hasta hoy día nos sea negado”.
Los indígenas han logrado conservar la biodiversidad única con su modo de vida sencillo y cercano a la naturaleza. Los bosques tropicales y manglares albergan 49 especies animales y 56 especies vegetales amenazadas de extinción. Como el cocodrilo de filipinas (Crocodylus mindorensis), el faisán de Palawan (Polyplectron napoleonis) y una especie de mariposa de la familia de los papiliónidos endémica de las filipinas (Graphium megaera). La UNESCO declaró a Palawan reserva de la biosfera en 1990.
Por favor, firme la petición de ALDAW dirigida a las autoridades filipinas. Deben detener la expansión de la palma aceitera y respetar los derechos de los habitantes ancestrales de las islas.(Fuente Salva la Selva)
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