No olvidemos que en los recursos naturales podemos encontrar la fórmula para equilibrar nuestra economía, pero ello se logrará siempre que reorientemos nuestras gestiones e innovemos el manejo de dichos recursos para darles valor agregado y no solo extraerlos como materia prima. Por ejemplo, el recurso suelo puede convertirse en el financista de los centros urbanos y ciudades modernas que ansiamos. Recordemos que el uso del suelo debe generar recursos suficientes para que las ciudades satisfagan las necesidades de sus habitantes en armonía con el ambiente.
Por ningún motivo, dichos cambios deben obedecer a intereses particulares y mucho menos sacrificar áreas verdes o desaparecer espacios públicos. En este contexto, el pago por servicios ambientales también podría ayudar a cuidar mejor la calidad de vida de las personas. En esta agenda a construirse debe destacarse además que la formalización de la extracción de los recursos mineros, forestales e hídricos engrosará las arcas del Estado, con el fin de que éste preste servicios a más ciudadanos y de mejor manera. Obviamente ello debe venir acompañado de una cultura ciudadana de tributación para priorizar y optimizar su inversión.
Si hay abuso de los recursos naturales debe tenerse una tarifa diferenciada de quien los usa debidamente, de tal manera que se pague más por el “desperdicio” y se obligue a resarcir los daños. No olvidemos que los países más competitivos son aquellos que tienen una mejor regulación ambiental y que la contaminación es un costo que asumimos todos.(Fuente La República)
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