Escribe Marc Dourojeanni / Profesor Emérito de la Universidad Nacional Agraria de La Molina
Bien sabido es que en la Amazonía se desperdicia casi todo, en especial las oportunidades. Por ello, esa región ya ha sido descrita como tierra sobreexplotada y subutilizada. Pero de todos los desperdicios, el peor y el menos comprendido es el desperdicio de la tierra. En la Amazonía del Perú cada año se usa efectivamente apenas una de cada 6 a 8 hectáreas ya deforestadas para producir cosechas o mantener ganado. El resto se queda en descanso o, en verdad, abandonado sin producir nada o casi nada. La tierra deforestada en la Amazonía del Perú, que oficialmente suma más de 7 millones de hectáreas, es el doble que la tierra que actualmente se cultiva en todo el país, es decir algo más de 3 millones de hectáreas.
Agricultura migratoria
Antes de mediados del siglo pasado se acuñó el término agricultura “migratoria” o “itinerante” o, también, agricultura de “tumba, roza y quema”, para describir la modalidad milenaria de agricultura que consiste en derrumbar el bosque, quemar la madera que no se usa, cultivar y abandonar el lugar cuando la fertilidad del suelo no permite más el desarrollo de los cultivos, lo que en promedio ocurre de 2 a 3 años después. La regeneración forestal, por diversos mecanismos físico-químicos, puede devolver cierta fertilidad al suelo, permitiendo que después de un periodo variable entre 5 y más de 20 años, se pueda regresar a hacer cultivos en el mismo lugar. Ese lapso, en general, se conoce como “descanso”.