Bien sabido es que en la Amazonía se desperdicia casi todo, en especial las oportunidades. Por ello, esa región ya ha sido descrita como tierra sobreexplotada y subutilizada. Pero de todos los desperdicios, el peor y el menos comprendido es el desperdicio de la tierra. En la Amazonía del Perú cada año se usa efectivamente apenas una de cada 6 a 8 hectáreas ya deforestadas para producir cosechas o mantener ganado. El resto se queda en descanso o, en verdad, abandonado sin producir nada o casi nada. La tierra deforestada en la Amazonía del Perú, que oficialmente suma más de 7 millones de hectáreas, es el doble que la tierra que actualmente se cultiva en todo el país, es decir algo más de 3 millones de hectáreas.
Antes de mediados del siglo pasado se acuñó el término agricultura “migratoria” o “itinerante” o, también, agricultura de “tumba, roza y quema”, para describir la modalidad milenaria de agricultura que consiste en derrumbar el bosque, quemar la madera que no se usa, cultivar y abandonar el lugar cuando la fertilidad del suelo no permite más el desarrollo de los cultivos, lo que en promedio ocurre de 2 a 3 años después. La regeneración forestal, por diversos mecanismos físico-químicos, puede devolver cierta fertilidad al suelo, permitiendo que después de un periodo variable entre 5 y más de 20 años, se pueda regresar a hacer cultivos en el mismo lugar. Ese lapso, en general, se conoce como “descanso”.