BASTA YA DE MALTRATAR A LA MADRE TIERRA
En las tertulias populares, que algunos consideran ociosas porque no producen beneficio al sistema capitalista, se habla de la mal llamada "crisis económica", pero difícilmente oiremos mencionar las otras crisis que, por su importancia suprema y absoluta, y, sobre todo, por su gravedad de cara, se encuentran presentes en nuestras vidas y nuestro entorno
Estas "crisis" a las que estoy aludiendo, que yo, personalmente, las denominaría mejor como ignominias, no son otras que las correspondientes al aspecto ecológico, moral, cultural y social.

Para el lector, probablemente, no exista ningún tipo de relación (espero que no sea así) entre las mentadas crisis anteriores, que no sólo atenazan al Ser Humano como especie, sino a todos los seres vivos en su totalidad. Sin embargo, predomina una inherente, profunda e inseparable unión entre todas ellas. Cuán difícil es (no será, porque es el nefasto y cotidiano presente) para el Ser Humano vivir a espaldas de su propia esencia, es decir, alejarse de las leyes de la Naturaleza y de la cultura, de la solidaridad y la cooperación.
Esta dificultad viene como consecuencia de un paréntesis de miles de años en los que la Humanidad se ha visto sometida a una tiranía cada vez más perfeccionada y sutil y, por tanto, más macabra, cínica y totalitaria. No existe peor dictadura que aquélla en la que los oprimidos creen vivir en libertad, ya que el despotismo de un régimen autocrático es tanto más notable y real cuanto mayor es la apariencia de democracia y libertad. La frustración de quien se ha visto despojado de sus más elementales principios como especie lleva inevitablemente a la infelicidad, sentimiento también exacerbado por la ausencia de una cultura que ensanche los horizontes del individuo y, por ende, del colectivo.