En las tertulias populares, que algunos consideran ociosas porque no producen beneficio al sistema capitalista, se habla de la mal llamada "crisis económica", pero difícilmente oiremos mencionar las otras crisis que, por su importancia suprema y absoluta, y, sobre todo, por su gravedad de cara, se encuentran presentes en nuestras vidas y nuestro entorno
Estas "crisis" a las que estoy aludiendo, que yo, personalmente, las denominaría mejor como ignominias, no son otras que las correspondientes al aspecto ecológico, moral, cultural y social.
Esta dificultad viene como consecuencia de un paréntesis de miles de años en los que la Humanidad se ha visto sometida a una tiranía cada vez más perfeccionada y sutil y, por tanto, más macabra, cínica y totalitaria. No existe peor dictadura que aquélla en la que los oprimidos creen vivir en libertad, ya que el despotismo de un régimen autocrático es tanto más notable y real cuanto mayor es la apariencia de democracia y libertad. La frustración de quien se ha visto despojado de sus más elementales principios como especie lleva inevitablemente a la infelicidad, sentimiento también exacerbado por la ausencia de una cultura que ensanche los horizontes del individuo y, por ende, del colectivo.